El juicio de la Inquisición contra Galileo
La primera vista se desarrolló el 12 de abril de 1633 y finalizó con la abjuración de su doctrina, aunque Galileo permaneció fiel a su método.
Corría el 12 de abril de 1633 cuando el científico italiano Galileo Galilei (1564-1642) compareció, a la edad de 69 años, ante el Santo Oficio, la Inquisición romana, para dar cuenta de un libro que había publicado un año atrás, el Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, en el que defendía el modelo heliocéntrico propuesto por Copérnico. En él planteaba que la Tierra y los planetas giraban alrededor del Sol, y ridiculizaba el geocentrismo, que colocaba a la Tierra en el centro fijo del universo y que está basado en la física aristotélica y, sobre todo, en el modelo ptolemaico, el que mejor encajaba con las Sagradas Escrituras.
Ahora ya nadie niega el modelo heliocéntrico, pero en su día refutar las teorías de la Iglesia era poco menos que ir en contra de la voluntad de Dios, lo que conllevaba duros castigos.
La dramática abjuración
En 1616, el cardenal Belarmino, inquisidor del Santo Oficio, el mismo que había dirigido el proceso contra el filósofo Giordano Bruno, que fue quemado vivo en la hoguera, ya había amonestado a Galileo por tratar de defender el copernicanismo y por poner en duda la representación tradicional del mundo.
El 22 de junio de 1633, Galileo fue obligado a pronunciar de rodillas la abjuración de su doctrina ante la comisión de inquisidores, bajo las órdenes del papa Urbano VIII, que había sido su amigo. El dramático episodio de la abjuración de Galileo, un enfrentamiento entre la ciencia y la religión, se produjo en una sala del convento dominico de Santa Maria sopra Minerva, en Roma. La Inquisición quería que Galileo se retractara y considerara su modelo una simple hipótesis matemática.
La pena fue conmutada y fue condenado a vivir bajo arresto domiciliario, pero Galileo permaneció fiel a su método hasta su muerte, en 1642, año en que nació Isaac Newton.
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