Expolicía Federal. Desamparo Social e Institucional | Verónica Ruiz Nava

Columna Pueblo Mío

Por: Verónica Ruiz Nava
12 de noviembre de 2021

Querido Pueblo Mío: Si un policía muere parecería que solo a su familia le importa. A pesar de que la gran deuda de la clase gobernante a la ciudadanía es la seguridad pública, el personal operativo sufre los estragos de la austeridad republicana permanente y del desamparo. 

Respecto del fortalecimiento de la Guardia Nacional (GN), la Policía Federal resultó desmantelada y los remanentes operativos pasaron a formar parte de la Dirección General de Seguridad en Carreteras e Instalaciones de GN.

Una medida prioritaria en materia de seguridad pública es implementar medidas disuasivas. Es decir, hacer que se note la presencia de la GN a lo largo y ancho del país. Podría resultar exitosa la estrategia si va a acompañada de una infraestructura que le permita llevar a cabo sus tareas. Además, de que no se refieran única y exclusivamente para la contención de la migración centro y sudamericana hacia Estados Unidos.

Ahora bien, qué tiene México para el combate al crimen organizado, los delitos de alto impacto, la llamada delincuencia común y los conflictos sociales. Cuenta con policías municipales sujetas a la toma de protesta y consolidación de las Presidencias Municipales. Por otro lado, una Policía Estatal en coordinación con mandos federales permite realizar acciones de contención de la violencia y generar paz en ciudades y comunidades.

¿A qué costo?

En México existen ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. En el caso de los agentes de policía de cualquier orden de gobierno son vistos incluso como ciudadanos de tercera. Por ejemplo, las acciones llevadas a cabo por el Gobierno Federal para la contención de la propagación del SARS-COV2 durante la pandemia por coronavirus demandó el trabajo extenuante de actividades esenciales como lo son en materia de seguridad y de salud. Resultó en una elevada mortalidad de esas personas, de esos trabajadores.

Razones de Estado y exculpantes. Cualquier gobernante o mando se envolverá con una gruesa capa de moralidad, principios y valores de servicio público. Demandará a sus subordinados que paguen la gasolina, las hojas, el tóner, las horas extras y cualquier artículo de papelería para que “saquen el trabajo”.

A cambio del sacrificio que representa el abandono a la familia, el mal comer y el mal dormir, el Gobierno Federal busca la eliminación total del remanente de la Policía Federal. Podrían mencionarse razones como la depuración de elementos para el combate a la corrupción o el fortalecimiento de la GN.

¿Acaso a estos trabajadores les asiste algún derecho?

Por supuesto que les asisten los derechos laborales. Lamentablemente, sólo podrán hacerse válidos a través de un proceso judicial.

¿Acaso México no invirtió en una capacitación integral en mandos civiles para ser reemplazados por mandos militares?

La respuesta sólo es una. El mismo procedimiento ya conocido. Se ha reportado la depuración de elementos que vigilan y supervisan carreteras federales. Estos agentes de la Policía Federal serán adscritos a nuevas circunscripciones como ya se realizó en los Estados de Jalisco y Guanajuato.

¿Cuál es la apuesta en materia de seguridad en carreteras?

Actuar con menor personal y capacitar en un futuro cercano a más elementos. Sin embargo, al día de hoy la instrucción es sacar de circulación a la mayor cantidad de elementos.

No importa si los elementos militares con los que son reemplazados los expolicías federales no cuentan con la capacitación. Tampoco importa que no han sido dotados de infraestructura, patrullas o material táctico para el ejercicio de sus funciones.

Importa aún menos que los uniformes con los nuevos colores y logos de GN que se entregaron, se dividieron y seleccionaron en un volado a quién le tocaba la camisa y a quien el pantalón. No fueron dotados de un uniforme a cada elemento, sino que un uniforme sirve para dos. De botas y otro material mejor ni hablamos.

¿La policía es corrupta?

Aquí viene el argumento moralizador del abandono institucional hacia el servidor público. La Razón de Estado que se arroja es “porque es corrupto lo denigro, lo abandono y lo hago inoperante”.

Pareciera, también que cualquier elemento de la policía carece de legitimidad y respeto. Tan es así, que será una constante el agravio, las patadas, los enfrentamientos y asaltos entre una turba y un comando.

La oclocracia de la que nos habla Maquiavelo resulta en un futuro más que posible. ¿Operativamente se cuenta con la capacidad de capacitación inmediata de agentes que nos permita el desechamiento radical de trabajadores? Ya no se tienen los recursos, ni la vocación, ni las ganas. Si acaso se contará con la desesperación de contar con un empleo para engrosar las filas de las policías.

Mientras, la violencia se traduce en femicidios, homicidios, robos en todas sus modalidades y la zozobra de vivir sin Estado de Derecho.

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